jueves, 6 de mayo de 2010

A propósito de la enfermedad de Alzheimer (segunda parte)

Hola querid@s amig@s todos, de nuevo en contacto y siempre buscando hacerle "delete" a Mr. "Ladrón de los Recuerdos".
Habíamos comentado anteriormente, sobre lo positivo que había observado en las prácticas que tuve la gran oportunidad de hacer con algunos pacientes de Alzheimer. Prácticas que, como información adicional, les comento fueron mayormente voluntarias.
Pasamos a comentar lo negativo de algunas situaciones.
LO NEGATIVO:
1.- Sobre todo les voy a contar una experiencia que tuve cuando presencié la cita de una paciente acompañada de su hijo. Era la correspondiente a la que le tocaba a la paciente, mensual, por cuenta de un seguro particular solventado por los hijos. La paciente de 75 años, ya diagnosticada con Alzheimer en fase inicial, iba a su consulta de seguimiento del tratamiento dado por el neurólogo. Era el segundo mes del tratamiento.
En primer lugar, el facultativo, ocupado en llenar las formas del seguro, ni siquiera miró a la paciente. Solo la saludó rápidamente, le preguntó como le iba, asi como al vuelo.
Luego la paciente, que, desde que comenzó el tratamiento, se quejaba de molestias estomacales, le hizo una consulta al respecto de dichas molestias. A propósito, es frecuente que los pacientes de Alzheimer se quejen de molestias de índole gástrica, porque los medicamentos indicados para aminorar el progreso de la enfermedad, producen algunas molestias. Es por eso que les recetan protectores estomacales.
Nuestro neúrólogo en cuestión, le contestó, de una forma, hasta diría sarcástica, que su especialidad no era esa, que lo consultara con el geriatra. E inmediatamente, le dió la mano para despedirla.
El hijo de nuestra paciente, que adoptó una actitud pasiva en todo momento, le preguntó si eso era todo; habían pasado exactamente diez minutos de la consulta.
Y el neurólogo le contestó, que si, era todo, al menos hasta que no se descubran nuevos tratamientos para la enfermedad, siempre con el tonillo sarcástico. Y nos despidió.
Ahora; no era familiar mio la paciente, no tenía mas que una relación amical mas que profesional con los protagonistas. Pero me quedó un sabor amargo, a falta de humanidad, de sensibilidad, de mecanización por parte del facultativo, hasta diría yo de discriminación por la enfermedad en si.
No sé si estaré equivocada, o de repente mi pasión por el cuidado de la dignidad de la Persona Mayor, en cualquier situación, me lleve a ver las cosas de manera exagerada. Pero el hecho es que no me quedé conforme con la situación.
a) Así sea el paciente, una persona que sufre de un tipo de demencia, tiene el derecho de ser bien tratada. ¿O acaso no tiene que ser así porque no se va a acordar mañana mas tarde?
b) No me gustó la actitud pasiva del familiar, que no protestó lo mas mínimo por el trato. De repente, porque confía en que ese profesional es la única esperanza de la salud de su familiar.
c) De repente el profesional estaba cansado, estresado, en fin, no era su día, pero el trato del paciente con Alzheimer, debe de ser especial, a mi criterio. Siempre hay que ponerse en el lugar del prójimo.
No pude hacer mucho en ese momento. Posteriomente, me preocupé de que la paciente, aun valente, y con buen nivel de instrucción, leyera las literaturas de los medicamentos, y sus posibles efectos efectos secundarios. Lo cual la tranquilizaron mucho.
Una moraleja dejada para los que estamos en la lucha diaria porque nuestros pacientes tengan Calidad de Vida. Hay que hacer Vigilancia a estas situaciones. Y no vendría mal unas campañas de sensibilización sobre el tema, dirigidas a los profesionales de Salud.
Abrazos para todos.

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